miércoles, 5 de junio de 2013

BEATUS ILLE.




Beatus ille









Es el nombre en latín de un tópico literario cuya traducción en castellano es “feliz aquél...” con lo que se empieza un poema generalmente de alabanza a la sobriedad, belleza y sencillez de la vida rural frente a los problemas que conlleva vivir en la ciudad, ya notables en la antigüedad clásica.

Podría decirse que fue el poeta latino Horacio quien creó este tópico, utilizándolo en uno de sus Epodos, sus obras más satíricas, como crítica a elementos de la sociedad romana que le eran incómodos: usureros, nuevos ricos, hechiceras... 
De esta forma se exponen, según el autor, las ventajas del campo y el bien que le comporta, lo que contribuye, en cierto modo, a purificar su alma. Por otro lado se enumera todo aquello perteneciente a la ciudad que causa hastío y desagrado.

Éste tópico ha dado lugar a referentes actuales y más antiguos. El Renacimiento toma como modelo la cultura
griega y romana, por lo que se puede afirmar claramente que el Epodo de Horacio sirvió en su día como modelo a Fray Luis de León, y a otros autores renacentistas que se inspiraron en los tópicos clásicos.

Un fragmento traducido del Epodo de Horacio:

Dichoso aquél que vive, lejos de los negocios,
como la antigua grey de los mortales;
y, con sus propios bueyes, labra el campo paterno,
libre del interés y de la usura.
No le despierta el fiero toque de la trompeta,
ni le aterra la mar embravecida;
y esquiva el foro público, y el umbral altanero
de las aristocráticas mansiones.
Enlaza, sabiamente, los elevados álamos
con el pujante brote de las vides;
o, en apartado valle, vigila los rebaños
de las reses que mugen y campean;
o poda con su hoz las inútiles ramas,
trasplantando las más reverdecidas;
o pone en limpios cántaros las estrujadas mieles,
o trasquila a las tímidas ovejas. [...]

Beatus ille en Luis de Góngora







En su afán por el desequilibrio propio del barroco, Luis de Góngora parodia en cierto modo el tópico con métrica popular en su letrilla "Ándeme yo caliente y ríase la gente", cargada de coloquialismos 
aunque el mensaje viene a ser el mismo:
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.
Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.
Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles,
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.
Pase a medianoche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama,
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.
Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se juntan ella y él,
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

Beatus ille en Andrés Fernández de Andrada

Durante el Barroco surge como tema similar la “alabanza de aldea y el menosprecio de            corte”  cuyo máximo exponente es Andrés Fernández de Andrada con la Epístola moral        a Fabio.  Se centra más en la crítica a la codicia y ansia de poder que contaminaba  las            grandes ciudades y  los ambientes cortesanos, pero también describe la vida rural como el      ideal de sobriedad y mesura . 
   Un fragmento de la Epístola moral a Fabio:


[...] ¡Pobre de aquel que corre y se dilata
por cuantos son los climas y los mares,
perseguidor del oro y de la plata!
Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,
que no perturben deudas ni pesares.
Esto tan solamente es cuanto debe
Naturaleza al simple y al discreto,
y algún manjar común, honesto y leve.
No, porque así te escribo, hagas conceto
que pongo la virtud en ejercicio;
que aun esto fue difícil a Epicteto. [...]